viernes, 1 de agosto de 2008

reloj,marcáte las horas...


Nublábase el cielo riojano con aires de tormenta.Sentado en su mesa,perpetuo revoltillo de papeles,el inefable doctor Whiterspoon aprieta los puños al comprobar que el iphone se ha agotado en las tiendasy no se preven existencias hasta la llegada de las caravanas de camellos de septiembre.
-¡A los cielos pongo por testigo-musita el entristecido galeno-de que no he de comer a manteles,ni folgar en mi lecho ni yantar fritanga ni mojar mis belfos en espumosos,mientras no obre en mi poder el dichoso teléfono que me roba el sueño!.¡Dichosa aquella edad,que bien puede llamarse de oro,en que los hombres no portaban en su matalotaje sino una recia navaja de muelles con ánimus almuerzandi,algún pañuelo plegado y el ajado y alegre paquete de ducados,amén de sus cerillos !.
Y sin decir otra palabra abrió el cajón de su escritorio,sacó su bocadillo de chourizo y un pedazo de queixo y los comió en paz,como un sochantre.

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