viernes, 29 de agosto de 2008

Manque cien años viviera..

Palabra de zamorano crecido en tierras andaluzas,vizcaínas,mañas y riojanas,que aunque llegare al siglo jamás a las mujeres entendiese.Te preguntarás,o acaso no,¡oh mal lavado lector!,por que digo tal,y aquí lo explico sin dilación.
Era la hora del almuerzo.Sentados a la mesa del pequeño office,seis mozas,ya enfermeras,ya auxiliares y un servidor,comíamos alegremente nuestras pobres viandas,observando los gatos que juegan en el jardincillo,mientras la conversacion fluia,alegre y chispeante,sobre,rara avis,las bondades de la literatura.Y lo mismo Ingrid,hablaba de tal libro,mientras mojaba en su perol de café una madalena,que luego Mariate pelaba un sabroso melocotón y apostillaba ingeniosidades,que una rubia de azulados iris ponderaba una novela,que el apuesto doctor Vecilla masticaba a dos carrillos su bocatta di chorizo de vela y..bueno,que me distrae una banda de música que,cágate lorito,aprovechando que se celebran en Calahorra los festejos de san Emeterio y san Celedonio,han penetrado en el interior de la Residencia y castigan a los provectos ancianos con "..si te ha pillao la vaca.." y otras obras del género.
Bueno,es el caso que estábamos pasandolo bien cuando Ingrid ha contado con pelos y señales el fallecimiento de su novio,atropellado en la ciudad,lo que ha seguido del relato escalofriante de la rubia de otro atropello de un su amigo a sangre fria y con la madre delante y posterior linchamiento..
Y de pronto,se han levantado,se han ido a sus labores y me he quedado yo,hecho un cromo,deprimido,angustiado y jodido y,rascándome el cogote,mas por perplejidad que por ahuyentar las liendres,me he dicho,digo,joé,¿quién..quién entiende a las mujeres..?.

martes, 19 de agosto de 2008

Calagurris,Calagurris...


La del almuerzo sería,de uno de los calurosos del mes de agosto,cuando doc sintió en lo hondo de sus entrañas un inequívoco palpitar,que no era otro que sus jugos gástricos barbotando y pidiendo en qué ocuparse.
Flexionando sus poderosos músculos,levantó su egregia figura y caminó hasta la alacena que,camuflada como un archivador cualquiera,ofrecíase a sus ojos como la alibabesca cueva,tales y tantos eran los tesoros que allí guardaba.Sacando una llave dorada del bolsillo de su bata o jubón,la introdujo en la cerradura,que se abrió con un aceitado chasquido.Descorrió el mamparo y sacó con una mano una mas que mediana bota de vino,por más señas de los buenos de la tierra,y en la otra un curado pernil,y se dispuso a su labor sin tardanza.

viernes, 1 de agosto de 2008

reloj,marcáte las horas...


Nublábase el cielo riojano con aires de tormenta.Sentado en su mesa,perpetuo revoltillo de papeles,el inefable doctor Whiterspoon aprieta los puños al comprobar que el iphone se ha agotado en las tiendasy no se preven existencias hasta la llegada de las caravanas de camellos de septiembre.
-¡A los cielos pongo por testigo-musita el entristecido galeno-de que no he de comer a manteles,ni folgar en mi lecho ni yantar fritanga ni mojar mis belfos en espumosos,mientras no obre en mi poder el dichoso teléfono que me roba el sueño!.¡Dichosa aquella edad,que bien puede llamarse de oro,en que los hombres no portaban en su matalotaje sino una recia navaja de muelles con ánimus almuerzandi,algún pañuelo plegado y el ajado y alegre paquete de ducados,amén de sus cerillos !.
Y sin decir otra palabra abrió el cajón de su escritorio,sacó su bocadillo de chourizo y un pedazo de queixo y los comió en paz,como un sochantre.