martes, 19 de agosto de 2008

Calagurris,Calagurris...


La del almuerzo sería,de uno de los calurosos del mes de agosto,cuando doc sintió en lo hondo de sus entrañas un inequívoco palpitar,que no era otro que sus jugos gástricos barbotando y pidiendo en qué ocuparse.
Flexionando sus poderosos músculos,levantó su egregia figura y caminó hasta la alacena que,camuflada como un archivador cualquiera,ofrecíase a sus ojos como la alibabesca cueva,tales y tantos eran los tesoros que allí guardaba.Sacando una llave dorada del bolsillo de su bata o jubón,la introdujo en la cerradura,que se abrió con un aceitado chasquido.Descorrió el mamparo y sacó con una mano una mas que mediana bota de vino,por más señas de los buenos de la tierra,y en la otra un curado pernil,y se dispuso a su labor sin tardanza.

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